Hultner Estrada
Dale a Lesbia tu fruta favorita y ella te hará una
deliciosa jalea. Papaya, guayaba, melocotón, piña, no importa la fruta; solo
la imaginación es el límite para esta mujer, conocida por su extraordinario
paladar y su talento para enseñar.
Como licenciada en química y especialista en conservación
de frutas y hortalizas, Lesbia Cárcamo ha trabajado para varias organizaciones,
entrenando a otras mujeres del occidente de Nicaragua para que aprovechen al
máximo los frutos de sus parcelas.
Sin embargo, con toda su capacidad y conocimientos, Lesbia no
había logrado superar muchas limitaciones personales. “Fue hasta hace poco que
yo me pregunté ‘¿Cómo es que no he
logrado salir de la pobreza? ¿Por qué yo no he iniciado mi propio negocio?,’”
nos relata.
“Yo había recibido toda clase de talleres, desde los
relacionados con mi carrera, hasta cursos de salud y desarrollo de la mujer. Enseñaba
a otras personas a salir adelante, pero yo misma no arrancaba, mi familia estaba
en la pobreza total, subsistiendo de lo que me pagaban por los cursos que
impartía,” detalla.
Lesbia explica que ella tenía un problema de visión del
mundo y de sí misma que era como una pared que no le dejaba avanzar. “Yo no
lograba vencer el negativismo y no conseguía mejorar mi autoestima. Vivía con
la etiqueta de que siempre iba a ser pobre. No iniciaba mi propio negocio
porque pensaba que me iba a ir mal,” relata voz en alto.
Pero un día Lesbia se enteró de algo: “Cuando yo recibo la
cosmovisión Bíblica y leo que Dios levanta de la miseria al pobre -lo recuerdo
muy bien-, me voy empoderando
espiritualmente con la Biblia, me voy asombrando y voy aprendiendo a creerle
más a ese documento,” enfatiza.
“Yo pensaba que lo que estaba en la Biblia eran historias
buenas pero del pasado, de otros tiempos, que no aplicaban para la realidad que
vivimos en nuestros días. Pero cuando a mí se me cae esa venda que tenía, me
doy cuenta que esas cosas buenas que sucedieron en el pasado, también son posibles en el presente.”
El cambio en su visión y la fe que recobró en esos
talleres, le devolvieron el optimismo para escribir planes de negocios y
propuestas de financiamiento. “Empecé a tocar puertas, aquí, allá, en la Alcaldía
y otros organismos, y si alguna se cerraba, yo sabía que Dios estaba conmigo y
que otra puerta mejor se iba a abrir,” comenta con entusiasmo.
Hoy día, “Conservas Cárcamo,” es la marca comercial de
Lesbia y su familia. Ha logrado equipar un cuarto de su casa como su taller de
manufactura, con el equipo básico para elaborar y envasar las deliciosas jaleas
que aprendió a elaborar hace más de 20 años.
Lesbia agradece a su pastora, Francisca Rayo, a la
fraternidad de madres emprendedoras conocida como “Liga Débora” y al Centro
Nehemías, por hacer posible el desarrollo de los talleres “Negocios para el
Reino” en su comunidad.