Hultner Estrada
El nicaragüense usa el adjetivo “pasmado” para
describir a una persona que es “fría” poco expresiva, sin iniciativa para las
relaciones interpersonales. “Así era yo
con los jóvenes y los niños,” expresó el pastor Oscar Romero, y con su
confesión soltó una risa de satisfacción, como quien se ha liberado de un viejo
temor.
Por muchos años, Oscar y su esposa Mercedes han trabajado
como pastores en una comunidad peri-urbana de la ciudad de León, y juntos han experimentado los retos y deleites
de ministrar el evangelio a familias que viven en situación de pobreza. “A nuestra iglesia nos llegan niños descalzos
y a veces muy sucios, y llegan más cuando tenemos actividades especiales. Esto
a veces es molesto para algunas personas,” explica el pastor Romero, “pero ahora yo siento un gran cariño y
amistad con estos niños,” detalla mientras lleva sus manos al pecho.
¿Y qué fue lo que sucedió en
su corazón? ¿Cuál fue el factor que le ayudó a convertirse en un pastor amoroso con los niños?
Centro Nehemías no capacita
sobre temas de niñez, pero nos ha insistido en que debemos involucrarnos con la
comunidad, entonces para mí, ese ha sido el factor, poner la teoría en la
práctica, salir a la comunidad, relacionarme con las familias y conocer sus
problemas, sumergirme en la vivencia de las personas, ahí es donde uno abre sus
ojos y se da cuenta de muchas cosas, ahí he aprendido a amarlos, a recibirlos y
brindarles todo el apoyo que podamos.
¿Qué dice el resto de la
congregación sobre esta nueva actitud de su pastor?
Hemos podido ponernos de
acuerdo, con las maestras, con las cocineras de la iglesia, en que debemos de
ser muy delicados, muy especiales con los niños, porque los padres miran, los
padres observan cómo son tratados sus hijos en nuestra iglesia, y luego ellos
se sienten más confiados con nosotros.
¿Mencionó que también con
los jóvenes no era tan afectivo?
Yo era un viejo que me
expresaba mal de la moda y la música que escuchan los muchachos, pero fíjese
que Dios también me ha cambiado en esa área, y ahora ya soy más consciente de
la problemática que atraviesan los jóvenes, y no solo jóvenes no-cristianos
sino muchachos de la iglesia también. Ya nos ha tocado ministrar a jóvenes cristianos
que han caído en consumo de droga.
Ahora me estoy acercando más
con los jóvenes y he visto que varios no querían nada con la iglesia porque
decían que en la iglesia nadie los quería. Pero gracias a Dios, el Señor está
haciendo la obra; anoche casualmente un joven pasó al altar a entregar su vida
a Cristo, y entre varios hermanos le dimos un abrazo diciéndole “bienvenido a
casa hijo, te amamos,” y algo bien especial sucedió en ese momento.
Con los talleres de liderazgo
juvenil entendí que ser joven, hoy en día, no es cosa fácil. La juventud actualmente
está siendo muy maltratada, primero por los padres, después por la sociedad y
además, están a merced de las malas influencias, de malas amistades. Entonces,
tenemos una gran responsabilidad, una gran tarea, tenemos que hacer algo, y no
solo porque Centro Nehemías nos lo esté recordando, sino porque la mies es cada
vez más grande y los obreros todavía son muy pocos.
El
pastor Oscar se despidió pidiendo oración por el Congreso para Jóvenes de este
fin de semana y por el Festival Infantil de fin de año que su congregación
quiere organizar, para llevar alegría y amor de Dios a las familias de la
Colonia Eugenio Pérez.
“Algo
pasa cuando te involucrás y te relacionás con la gente,
es
como si se despierta algo que estaba dormido.”
Pastor Oscar Romero