Colaboración de Hannah DeVries
En el pueblito de Somotillo, cerca de la
frontera de Nicaragua con Honduras, un hombre camina cerca de una pequeña
escuela. Los niños que van saliendo de
sus clases gritan su nombre y le dicen adiós. Más adelante en la calle, los
adultos comienzan a cruzar desde su lado de la vía para compartir unas palabras
con Castillo, y los que no tienen tiempo para detenerse lo saludan desde su
caballo, carretón bicicleta. “Castillo” como le dice el pueblo, no solo es
famoso, sino muy querido en Somotillo.
Juan Ariel Díaz Castillo es notable por su
popularidad pero más por su corazón para con la gente. Su pasión es el trabajo
comunitario, se preocupa por dar a los jóvenes un buen ejemplo y una mejor forma de pensar,para que ellos también
puedan preservar y cuidar su comunidad. “Mi vida no ha sido fácil,” comenta
Castillo, “pero Dios siempre ha estado a mi lado. Él me dio una visión para la juventud, y me
gusta estar involucrado en la comunidad”, describe.
Lo cierto es que la vida en Somotillo no
ha sido fácil para gran parte de sus habitantes, este municipio se cuenta entre
los poblados con más casos de VIH-SIDA, tráfico de menores, pobreza y violencia
callejera en el occidente de Nicaragua. Su posición como pueblo fronterizo, lo
convierte en un punto vulnerable a la prostitución, el tráfico de drogas y la
actividad criminal internacional.
La misión que se ha propuesto Castillo es
la de alejar a la juventud de estos peligros. A través de encuentros deportivos
y reuniones en los hogares, Castillo está promoviendo las relaciones
saludables entre los niños y jóvenes
pero también los ha motivado a participar en pequeños proyectos orientados a la
mejora de la calidad del agua, la mejora de las condiciones de las calles, y la
búsqueda de ingreso familiar. Como resultado, casi un 40% de los adultos de la
comunidad se ha involucrado de alguna manera en estas iniciativas.
Castillo también ha sido parte del Programa
ETU (Estrategia de Transformación Urbana) por más de un año, y su entusiasmo ha
venido a avivar la chispa por el desarrollo transformador en otros
participantes de esta estrategia. El objetivo de ETU es desarrollar comunidades
desde adentro hacia afuera, utilizando las fortalezas, recursos, y la gente que
ya existe dentro de la comunidad y que puede contribuir a su desarrollo
integral. Este programa también facilita capacitaciones y discusiones sobre Participación Comunitaria, Prevención de VIH-SIDA y Buen Trato con las comunidades.
“Siempre trabajamos juntos haciendo el trabajo
mutuo... siempre queremos hacer más por las buenas experiencias anteriores,”
expresa Castillo. “Ahora ya sabemos más que cuando empezamos.”
concluyó.
El camino puede ser incierto, pero la
esperanza en el corazón de muchos cristianos ha crecido, y ha crecido también
su visión y su fe respecto a lo que Dios espera de ellos.