Extractos
del ensayo Los Evangélicos y la
Transformación Integral
Por
Dr. Israel Ortiz
De acuerdo a estadísticas
recientes los evangélicos
han
crecido en Centroamérica, el norte y sur de México.
La agencia de noticias EFE anotó que Guatemala ya no es más un país católico debido
al
incremento de los fieles que se suman a las iglesias evangélicas
(14-08-2009).
Algunos [ya] se jactan del crecimiento evangélico como una muestra del poder
de Dios. Algunos se atreven a subrayar que Guatemala es la nueva Jerusalén de América. Sin embargo,
la
realidad
nos muestra que esta
presencia no ha impactado las
estructuras
sociales,
económicas,
culturales
y
políticas
de
la
sociedad. Su influencia no se ha dejado
sentir como debiera. Nos obliga a interrogarnos, ¿Por qué no hemos afectado
las
estructuras sociales de nuestros
pueblos?
De acuerdo al desafío de Jesús, ser sal implica
esencialmente, evitar la corrupción moral de la sociedad,
implica proclamar el evangelio como la propuesta
de vida que incluye todas las esferas de
la vida humana.
En alguna manera se podría afirmar que tenemos un saldo
negativo en cuanto al ser sal y luz de las naciones.
Por ejemplo, desde el campo de la política
de partido, algunas experiencias han dejado un sabor amargo. Políticos evangélicos pasaron de la marginación política
a una participación abierta.
Sin embargo, salvo honrosas excepciones, la mayoría ha
pasado sin pena ni gloria
en
las instituciones del Estado. Todavía estamos a la espera de una presencia política
evangélica que responda a los criterios del
evangelio y
un verdadero proyecto de nación.
En Antioquía se dio el nombre de cristianos a los discípulos por vez primera. Tenía un perfil multirracial,
multicultural,
y era diversa en lo social, cultural, económico y en cuanto a dones.
Esta joven iglesia mostraba la vida en plenitud
de Jesús: Tenía un espíritu evangelizador, sed por la palabra, preocupación social, adoración rebosante, vida
de comunidad, trabajo
en
red, llena de carismas del Espíritu y una visión misionera
mundial.
Hoy nos impele interrogarnos, ¿Reflejan las iglesias los principios del NT?
¿Qué clase de iglesia somos? ¿Impactan su vecindario? ¿Se proyectan en la comunidad?
La iglesia en el
NT
es tanto una
comunidad teológica como
sociológica. Tiene su origen en Dios, y se encarna en la realidad histórica. Ese pueblo de Dios tiene sus raíces en Jerusalén o en Tesalónica. En otras palabras, somos ciudadanos del cielo y del suelo. No podemos
abstraernos de la realidad
social en la cual vivimos.
Es fundamental que los cristianos evangélicos asumamos el reto de ser agentes de cambio: Contribuir con la transformación espiritual y social de nuestros países.
Esto implica revisar la presencia cristiana, replantear nuestra teología de la misión,
y formar a las nuevas generaciones desde la plenitud del
evangelio en Jesucristo: Somos llamados a ser una generación no sólo de protesta, pero también de propuesta según la ética y valores del reino de Dios.
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