viernes, 24 de agosto de 2012

El sabor en una historia


Hultner Estrada

Dale a Lesbia tu fruta favorita y ella te hará una deliciosa jalea. Papaya, guayaba, melocotón, piña, no importa la fruta; solo la imaginación es el límite para esta mujer, conocida por su extraordinario paladar y su talento para enseñar.

Como licenciada en química y especialista en conservación de frutas y hortalizas, Lesbia Cárcamo ha trabajado para varias organizaciones, entrenando a otras mujeres del occidente de Nicaragua para que aprovechen al máximo los frutos de sus parcelas.

Sin embargo, con toda su capacidad y conocimientos, Lesbia no había logrado superar muchas limitaciones personales. “Fue hasta hace poco que yo me pregunté ‘¿Cómo es que  no he logrado salir de la pobreza? ¿Por qué yo no he iniciado mi propio negocio?,’” nos relata.

“Yo había recibido toda clase de talleres, desde los relacionados con mi carrera, hasta cursos de salud y desarrollo de la mujer. Enseñaba a otras personas a salir adelante, pero yo misma no arrancaba, mi familia estaba en la pobreza total, subsistiendo de lo que me pagaban por los cursos que impartía,” detalla.

Lesbia explica que ella tenía un problema de visión del mundo y de sí misma que era como una pared que no le dejaba avanzar. “Yo no lograba vencer el negativismo y no conseguía mejorar mi autoestima. Vivía con la etiqueta de que siempre iba a ser pobre. No iniciaba mi propio negocio porque pensaba que me iba a ir mal,” relata voz en alto.

Pero un día Lesbia se enteró de algo: “Cuando yo recibo la cosmovisión Bíblica y leo que Dios levanta de la miseria al pobre -lo recuerdo muy bien-,  me voy empoderando espiritualmente con la Biblia, me voy asombrando y voy aprendiendo a creerle más a ese documento,” enfatiza.
 
“Yo pensaba que lo que estaba en la Biblia eran historias buenas pero del pasado, de otros tiempos, que no aplicaban para la realidad que vivimos en nuestros días. Pero cuando a mí se me cae esa venda que tenía, me doy cuenta que esas cosas buenas que sucedieron en el pasado,  también son posibles en el presente.”

El cambio en su visión y la fe que recobró en esos talleres, le devolvieron el optimismo para escribir planes de negocios y propuestas de financiamiento. “Empecé a tocar puertas, aquí, allá, en la Alcaldía y otros organismos, y si alguna se cerraba, yo sabía que Dios estaba conmigo y que otra puerta mejor se iba a abrir,” comenta con entusiasmo.

Hoy día, “Conservas Cárcamo,” es la marca comercial de Lesbia y su familia. Ha logrado equipar un cuarto de su casa como su taller de manufactura, con el equipo básico para elaborar y envasar las deliciosas jaleas que aprendió a elaborar hace más de 20 años.

Lesbia agradece a su pastora, Francisca Rayo, a la fraternidad de madres emprendedoras conocida como “Liga Débora” y al Centro Nehemías, por hacer posible el desarrollo de los talleres “Negocios para el Reino” en su comunidad.


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