Hultner Estrada
La playa “Las Peñitas”, es un pintoresco lugar.
En esta pequeña bahía de aguas tranquilas desemboca el
estero “Padre Ramos”, reserva de vida silvestre del departamento de León.
Muy cerca de aquí, vive Jaime Pastor Orozco, un amigable
treintañero que se dedica a la pesca artesanal y al discipulado de jóvenes en
su costero vecindario.
Cierto día, conversando sobre algunas diferencias entre la
cultura angloamericana y la cultura nicaragüense, Jaime Pastor hizo un comentario
que no he podido olvidar: “los muchachos norteamericanos a los 18 años ya van
buscando cómo salir del nido y vivir a parte, nosotros (los nicaragüenses) a
los 18, vamos buscando cómo traernos la mujercita a la casa.”
El comentario de Jaime Pastor me ha hecho pensar en la
realidad de miles de parejas jóvenes que viven con los suegros.
¿Por qué muchos jóvenes que se casan deciden quedarse a
vivir en casa de los suegros?
Las razones son económicas pero también culturales.
Hace
falta un ingreso mensual estable de más de 6,000 córdobas (250 dólares) para
poder acceder a un crédito de vivienda, además de un considerable pago inicial
y muchos trámites. Pero también hace falta romper un resistente cordón
umbilical con la familia de origen para que una joven pareja pueda establecer
su propio hogar.
En nuestra cultura, un “buen hijo” es un hijo agradecido,
que permanece cerca de sus padres. En consecuencia, el hecho de abandonar el
hogar paterno, en muchos casos se entiende como un gesto de desamor del muchacho
hacia sus progenitores. En muchos casos, un hijo o hija que se va, significa
también un ingreso menos para el presupuesto familiar, razón por la que muchos
padres prefieren “hacer un cuartito” para la nueva pareja como medida de
protección financiera mutua.
“A mis 30 años de casado yo no había roto ese cordón
umbilical” testifica el hermano Estanislao Ramírez, quien junto a su esposa
concluyó el curso para matrimonios Restaurando
el Modelo Original impartido por Centro Nehemías en la ciudad de Estelí.
“Yo no me había puesto a pensar en ese mandamiento que dice
la Biblia ‘por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer’ y ese cordón estaban bien amarrado” añade Estanislao; acto seguido su
esposa le interrumpe: “desde que él ha hecho algunos cambios en la relación con
su familia, nuestra comunicación y relación ha mejorado enormemente, en eso
este curso nos ayudó muchísimo”.
Cortar el cordón umbilical es un reto para las parejas
jóvenes, pero también para otras parejas que llevan años de vida independiente. Se trata de
un proceso desafiante si consideramos que nuestra cultura otorga un lugar de
mayor respeto y consideración a la madre o al padre que al propio cónyuge.
Afortunadamente muchos cristianos en Estelí como en la zona
costera de León y otras ciudades, están abrazando los principios bíblicos para
una vida matrimonial según el diseño de Dios.
“Esposos amen a
sus esposas… y que la esposa respete a su esposo.”
Efesios 5:25-33
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