martes, 31 de julio de 2012

La historia de Manuel


Hultner Estrada
Hay personas que por su cuenta, no pondrán un pie en la iglesia. Manuel, es una de ellas. Aunque su madre es cristiana y él simpatiza con el evangelio, lleva muchos años sin entrar a un templo… y tampoco quiere.

Hace 5 años, Manuel estuvo en el centro de una tragedia. Mientras cumplía una misión especial como militar en una zona remota, observó el asesinato brutal de su mejor amigo, a mano de otro buen amigo. Los tres eran militares especializados en vigilancia naval y otras destrezas, pero una discusión entre esos dos amigos y al calor de los tragos, desembocó en tal hecho de sangre.

Este crimen no solo robó la vida de su amigo, también se llevó la carrera militar de Manuel. Luego de un complicado proceso judicial, nunca se le permitió reintegrarse como soldado, vocación a la que se había entregado sacrificialmente desde muy joven. “El ejército era mi vida, mi familia y mi futuro, llegué muy alto, nunca entendí por qué me quitaron lo que tanto me había costado,” expresó Manuel profundamente dolido.

Desde aquel fin de semana de 2007, Manuel no puede pensar en otra cosa. El trauma es demasiado grande, demasiadas imágenes y situaciones cotidianas le reviven el recuerdo de aquella tarde fatal que cambió su historia para siempre. “La psicóloga que me asignaron no hace más que decirme palabras bonitas y que piense en otra cosa… está loca.” dice este chico que aparenta ser un hombre mayor.

Lleva varios años bebiendo licor todos los días. Siempre anda “algo” de alcohol en su sistema, solo así siente que sobrevive a la pérdida doble o triple de hace 4 años. Lo conocí en los alrededores del campo de fútbol de Sutiava, observaba el partido a solas, a la distancia, con la mirada triste.

“Este es el tipo de jóvenes que queremos alcanzar”, me dijo el Teniente Tiberio, quien junto al pastor Denis Cienfuego y la Iglesia Belén, impulsan una iniciativa para rescatar jóvenes a través de actividades creativas en la calle.

Manuel solo es una de las tantas personas que no quieren llegar al templo. Muchos no llegan porque sencillamente no pueden estar en lugares atestados de gente, otros porque tienen problemas de audición y no toleran el exceso de volumen, pero otros francamente no pueden, no se encuentran bien, están muy enfermos, muy heridos, muy tristes, incapaces de levantarse por su cuenta.

Desde aquí, felicitamos a la Iglesia Belén, al pastor Denis, al hermano y Teniente  la delegación de Policía de Sutiava por su interés por los jóvenes, especialmente por aquellos con problemas de adicciones, de soledad o de conducta difícil. Gracias a los líderes que no están esperando que la gente venga a la Iglesia, que están pasando tiempo con los que no están en el redil. Gracias por encarnar a Jesucristo en las calles de su barrio.

“Salgamos pues, fuera del campamento, a encontrarnos con Jesús…”
Hebreos 13:13 (PAR)

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